"Quizá los animales están más adelantaos que los japoneses y que nosotros"
Silvio

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martes, 4 de octubre de 2011

SOIS TODOS DE PUTA MADRE


Siempre me acuerdo de lo que decía mi admirado Daniel Higiénico cuando hablaba de los artistas que se suben a un escenario y, eufóricos, dicen aquello de: ¡EEEEEH... SOIS DE PUTA MADRE!. "¿Por qué voy a decir eso?" decía Daniel "¿Y si hay algún asesino que ha venido a verme... o son todos unos hijos de puta? ¿Y yo qué sé?". Algo así venía a preguntarse el siempre "insignificante" Daniel. Y a mí siempre me encantó esta reflexión. 

Sin embargo hoy me ha ocurrido algo que me ha hecho recobrar mi fe en el ser humano, al menos durante un rato. Algo que me ha sacado de tanta noticia de palizas, muertes y delincuencia en la tele para pasar el día disfrutando del aire puro y escuchando a los pajarillos en el parque.

Desde que como huevos, me he dado cuenta de que, no sé si por puro instinto animal o por qué, los bebés llaman la atención. Atraen, embelesan y fascinan a mucha gente y, curiosamente, de todas las edades, empezando por los más pequeños que se quedan mirando con curiosidad como si fueran conscientes de que tres años antes ellos eran así de frágiles, como si entendieran de pronto la magia de la maternidad y de la crianza. Jóvenes curiosos, adultos comprensivos y mayores nostálgicos. Infinidad de miradas hacia un bebé. Hoy mismo, una señora de avanzada edad se ha acercado a mi madre, que paseaba orgullosa a su nieta y, caminando a su lado, ha contemplado unos segundos al bebé y poniendo una mano en el brazo de mi madre le ha dicho: "Mira que preciosidad... Dios se la guarde". Ante mi asombro, pues pensaba que era una conocida, se ha girado y ha continuado su camino. Y uno al ver estas cosas hoy en día se sorprende. 

Pero poco más allá, siendo esta vez yo quien conducía, he visto de frente una chavala de corte "pokero", de esas de los jóvenes de ahora (qué viejuno suena eso, pero para que me entendáis) una de esas "princesas del pueblo". Al cruzarnos ha girado la cabeza para mirar dentro del coche -su tupé ni se ha movido- y casi marchándose ya ha proferido para sí misma un "Aaay... que niña más guaapa" en un tono yo jamas hubiera adivinado en una rueda de reconocimiento. Atónito me ha dejado. Y uno, al ver estas cosas hoy en día, recupera la fe en el género humano. Al menos por hoy. Hoy, me acuesto convencido de que Alfonso Díez se casa por amor con la Duquesa de Alba... y de que sois de puta madre. Mañana ya veremos.

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