"Quizá los animales están más adelantaos que los japoneses y que nosotros"
Silvio

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martes, 29 de diciembre de 2009

Playing the quarters

(Ver Comentarios entrada "Más magos que nunca")

Aaaaaaay... querida anónima de mis entretelas...



No sólo recuerdo perfectamente el juego del que me hablas, sino que no hay día que no salga a la calle con la ilusión de encontrarlo en algún sitio. Me encantaba ese juguete. Por eso, esta entrada está dedicada especialmente a tí.


La palabra kitsch lo define por sí solo: esos aviones cuasi-fluorescentes, ese tablero de plástico rugoso, simulando montañas, esas dianas con resortes de muelle... Eso sí, me veo en la obligación de matizarte que las balas no eran de metal sino de plástico; lo que pasa es que a nosotros nos sabía a poco y terminamos por usar unos bolones de acero (por tamaño eran perfectos para cargarlos) que como armas de destrucción masiva iba mucho mejor. Cada vez que caían, derribaban la diana y hacían temblar el tablero. Probablemente el uso de aquellas bolas fue la causa de los males de aquel juguete. Aunque ahora que lo pienso... no pondría la mano en el fuego, quizá lleves razón.


Pero he de decirte, querida anónima de mis entretelas, que no sabes con quién te juegas los cuartos. No, no se me ha olvidado y sí, si te pongo una foto; con cariño:


Es una pena no poder apreciar los colores -increíbles- de los aviones, pero os podéis imaginar: eran como un "stabilo boss" con alas. Sí que se intuye en la foto el relieve que simulaba las montañas, donde estaban desperdigadas las dianas que había que derribar. Como curiosidad, diré que no recordaba que el tablero no cubría toda la órbita de los aviones, de manera que durante un trecho volaban sobre el "vacío", supongo que para darle más dramatismo al asunto... y para ahorrar costes, claro.


En fin, que este mítico juguete (lo siento, hasta el nombre no he llegado) ha hecho que retrase la aparición de otra joya que tenía preparada, pero creo que ha merecido la pena recordarlo.


Por cierto Anónima, antes de despedirme, me toca a mí hacerte una pregunta ¿me puedes decir quién se esconde tras este pavoroso payaso saxofonista? Me come la curiosidad...

Siempre suyo,

Niño B